MANUEL ESCLUSA

Manel fue mi maestro de fotografía durante mi exilio en Barcelona, a comienzos de los ochenta. Fue un modelo muy positivo y estimulante de producción visual, fiel a sus obsesiones, serio en el laboratorio, exigente y divertido, moderno y distante, por momentos, en otros amigo cercano, noctámbulo, fotógrafo de la noche, un tipo muy influyente en los fotógrafos de su generación. Manel se ocupó más de sus fotos que de promocionar su trabajo. Durante un tiempo estuvo haciendo fotografía de moda, y estuvo en parte alejado del circuito del arte, del que sin embargo es miembro pleno por su obra. Cuando viví en Madrid, no lo ví. Unos años después de regresar a Argentina, fui con Marcos y Res a Arles, en 1996 y lo ví. Tengo una foto de Julio Grimblatt que recoge el momento en que le muestro las primeras fotos de Buena Memoria, cuando aún no se había expuesto más que en el Colegio. Nos vimos, intercambiamos direcciones, un contacto.

En 2005 fui a presentar Memoria en Construcción en Barcelona y lo invité y nos vimos ya con más tiempo, y nos tomamos algo y nos contamos de la vida. Fue un encuentro muy lindo. Yo ya fotógrafo pleno, como él. Nos planteamos armar algo juntos, y fuimos pensando mostrar paralelamente fotos de nuestra obra hasta que llegamos a la conclusión que era mejor mostrar algo hecho ahora, y ahí fueron apareciendo las correspondencias como idea. Manel ya había tenido un diálogo de fotos por poemas con dos poetas catalanes, que habían participado de un reciente  catálogo suyo. Ahí armamos la correspondencia, en la que llevamos casi dos años, y tenemos 34 fotos. La hemos mostrado primero en la sala Cruce de Madrid, luego en la galería VVV de Bs As y también en la galería Fidel Balaguer de Barcelona.

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