IMAGINACIÓN AL PODER
POR ANNE TUCKER
Marcelo Brodsky, artista y activista de los derechos humanos, trabaja con imágenes y documentos de eventos específico para investigar ampliamente los problemas y acciones sociales, políticos e históricos. Quiere que los espectadores sean conscientes de momentos históricos, algunos de los cuales lo formaron a él, a su familia y a muchos de sus amigos. Más específicamente, y como muchos de los de su generación en Argentina, Brodsky fue atacado durante la dictadura militar, que durante siete años de reinado del terror, fue responsable de la tortura y muerte de entre 10.000 y 30.000 argentinos, incluyendo al propio hermano menor del artista, Fernando. Brodsky escapa de la mano de los militares y vive en el exilio hasta que la dictadura finaliza en 1983. Aunque que las experiencias personales instigan y dan forma a sus impulsos artísticos, educar al público con la esperanza de prevenir a otros de tal terror, es su motivación más fuerte.
Para hacer que los momentos elegidos y sus consecuencias sean accesibles al espectador, Brodsky se acerca al material de diversas maneras. Constantemente su arte nos muestra un profundo entendimiento del potencial poder de las fotografías, tanto al momento de su creación como noticias y, para algunos, su vida subsecuente en publicaciones y memorias. Por décadas, Brodsky fue dueño y director de una agencia de fotografías en Latinoamérica. Su éxito dependió en parte de su conciencia sobre qué fotografías atraerían a un mayor público internacional. Él también comprende cómo utilizar las secuencias de imágenes, ya que la percepción de una simple imagen cambia cuando es emparentada o secuenciada con otras. También entiende y emplea textos en concierto con las imágenes para dirigir las percepciones del espectador, incluso cuando las palabras son aparentemente neutrales. Apasionado y determinado, Brodsky no tiene intenciones de ser neutral.
Aprende a fotografiar durante su exilio en España e incluye en esta exhibición fotografías tomadas en aquel primer año en soledad. Incluso entonces, él amplia el contexto de un autorretrato aparentemente inocente, haciendo una referencia a su propia ejecución parado sobre la pared de la plaza San Felipe Neri en Barcelona, donde el General Francisco Franco disparó a patriotas Republicanos durante la Guerra Civil Española. Algunas veces, él emplea fotografías de otras personas, como las películas de 8mm de su padre, donde sus hijos jugaban a la guerra con arcos y flechas, mucho antes de que la “Guerra sucia” o sus horribles consecuencias fueran imaginables. Puesta en el contexto de los otros trabajos, esta pieza inocente es redireccionada desde un dulce recuerdo de juegos de la infancia hacia la separación de los hermanos luego de que Fernando fuera secuestrado y desaparecido por la dictadura militar en 1979.
En otros trabajos que incorporan fotografías ajenas, ha sido siempre muy cuidadoso de tener la licencia de los derechos. El acceso a esas imágenes le permite hacer paralelismos entre eventos internacionales interrelacionados.
El trabajo más famoso de Brodsky es Buena Memoria, creado en 1996, pero tomado de una fotografía de 1967, de su clase en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Redimensionándola y escribiendo textos sobre las figuras, comprime fuertemente el tiempo entre aquel entonces y ahora. Sobre los cuerpos y caras de los adolescentes, las palabras identifican quiénes fueron secuestrados y asesinados, quiénes partieron al exilio, quienes quedaron mentalmente dañados por la junta militar y quiénes viven vidas que aparentemente no fueron tocadas.
En otros dos trabajos, Brodsky ancla la historia Argentina con la de otros países. “I Pray with my feet” muestra imágenes de dos importantes rabinos, ambos conocidos por ser grandes defensores de los derechos civiles. El Rabino Abraham Joshua Herschel fue un estimado teólogo y profesor en el Seminario Teológico Judío en Nueva York. El Rabino Marshall T. Meyer fue estudiante y secretario personal de Herschel antes de trasladarse a la Argentina en 1959. Brodsky une el rol activo de Herschel en las marchas por los derechos civiles de los años sesentas en Estados Unidos con la constante crítica de Meyer al gobierno Argentino, hablando por los desaparecidos y consolando a sus familias durante la Guerra Sucia.
En “1968, el fuego de las ideas” Brodsky nuevamente muestra estudiantes y liga eventos en Argentina con aquellos que sucedían en el mundo, en la turbulencia social a finales de los sesentas.
Los manifestantes estadounidenses participaron de la Marcha de los Pobres en Washington, concebida por Martin Luther King unos meses antes de su asesinato; manifestantes en Londres en contra de la Guerra de Vietnam. En Bogotá, México, Córdoba, Río de Janeiro y San Pablo, trabajadores y estudiantes hacían campaña en contra de los regímenes militares y otros tipos de estructuras gubernamentales. Son mostrados con los brazos unidos, flameando banderas y pancartas, promoviendo acciones callejeras masivas para reclamar por sus derechos. La pieza también incluye extractos de discursos de Martin Luther King, el Che Guevara, Daniel Cohn Bendir, Herbert Marcuse y Agustín Tosco, quienes con sus ideales motivaron a la mayoría de los manifestantes.
Una pancarta en la manifestación Parisina que se muestra, incluye un grito de “L’imagination au pouvoir” (la imaginación al poder). Más que un llamado a “decir la verdad en el poder” que sonaba en otras manifestaciones de la era, los Parisinos pedían por el final de todos los límites, incluso en la imaginación.
Brodsky es más práctico. No pretende liberar a la imaginación de toda restricción, sino potenciarla, utilizándola contra el poder corrupto y brutal. Tanto si nos invita a aprender y no olvidar las atrocidades del pasado, a honrar a los líderes justos o, como en su más reciente campaña, a mantener la presión en las autoridades para resolver y procesar los más recientes asesinatos en masa impunes. La causa actual es en favor de 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, México, que desaparecieron el 26 de septiembre de 2014. Para este proyecto, Brodsky retoma el motivo de la foto de la clase, pidiéndole a estudiantes alrededor del mundo que posen en gradas sosteniendo un cartel demostrando su apoyo a la “verdad” que concierne a los estudiantes muertos o encarcelados. Él quiere a los estudiantes conscientes, tanto de los problemas como de su capacidad de protestar, y a partir de esto se ha organizado una exhibición y un libro de sus fotografías para mantener vivo el problema.